Entre el 8 y el 9 de enero de 2021 la borrasca "Filomena" dejó en Zaragoza una nevada de una magnitud muy superior a lo que estamos acostumbrados en esta ciudad, con unos 23 l/m² de precipitación y espesores en torno a los 20 cm, siendo posiblemente la mayor nevada registrada en las últimas siete décadas. La nevada afectó a todo el valle del Ebro y gran parte de la península Ibérica, y sus efectos adversos se vieron muy incrementados por las fuertes heladas en los días posteriores.
Un episodio tan atípico afectó de un modo muy apreciable a las comunidades de aves. El espeso manto de nieve impedía el acceso al alimento de las aves que lo obtienen en el suelo: muchas especies que buscan semillas y brotes, y otras que buscan lombrices y otros invertebrados. Esta dificultad de acceso a la comida coincide precisamente con una mayor necesidad de aporte calórico para hacer frente a las bajas temperaturas. Ante esta situación muchas aves se ven obligadas a desplazarse en busca de zonas más favorables donde garantizar su supervivencia, realizando movimientos migratorios de mayor o menor alcance que se conocen como "fugas de tempero".
Durante los días 9 y 10 de enero pude observar movimientos muy inusuales de aves en la zona norte de la ciudad: bandadas de alondras comunes (Alauda arvensis) -más de 700 ejs. el día 10 en menos de dos horas- y bisbitas pratenses (Anthus pratensis) -más de 100 ejs. el día 9 en menos de una hora- volando con rumbo suroeste, grupos de pardillos comunes (Linaria cannabina) y avefrías (Vanellus vanellus) aparentemente desorientadas.
Fotos testimoniales del paso de alondras comunes sobre el norte de la ciudad el 10/01/21.
En un breve recorrido por los descampados entre la ronda norte (Z-40) y el Campus Río Ebro pude localizar algunas aves aguantando sobre la gruesa capa de nieve:
Cogujada montesina (Galerida theklae)
Tarabilla europea (Saxicola rubicola)
Poco a poco la nieve fue desapareciendo en los días posteriores, dejando cada vez más superficie de suelo libre de nieve. Más adelante, la subida de temperaturas aceleró el deshielo y propició la aparición de algunas zonas encharcadas en los espacios verdes de la ciudad, lo que facilitó la búsqueda de alimento a las especies que frecuentan los encharcamientos para alimentarse, como los bisbitas y las lavanderas.